sábado, 15 de agosto de 2009

Epígrafes

"El tiempo habla. Habla más claramente que las palabras. El mensaje que transmite se manifiesta de un modo categórico y transparente. Está sujeto a menos deformaciones que el lenguaje hablado porque se manipula menos conscientemente. Puede gritar la verdad allá donde las palabras mienten". Edward Hall

“Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos” Jorge Luis Borges/poema Cambridge

Una idea alternativa de democracia es la de que no debe permitirse que la gente se haga cargo de sus propios asuntos, a la vez que los medios de información deben estar fuerte y rígidamente controlados (...) El rebaño desconcertado es un problema. Hay que evitar que brame y pisotee, y para ello habrá que distraerlo. Será cuestión de conseguir que los sujetos que lo forman se queden en casa viendo partidos de fútbol, culebrones o películas violentas, aunque de vez en cuando se les saque del sopor y se les convoque a corear eslóganes sin sentido, como “apoyad a nuestras tropas”. Hay que hacer que conserven un miedo permanente, porque a menos que estén debidamente atemorizados por todos los posibles males que pueden destruirles, desde dentro o desde fuera, podrían empezar a pensar por sí mismos, lo cual es muy peligroso ya que no tienen la capacidad de hacerlo. Por ello es importante distraerles y marginarles. Noam Chomsky/El control de los medios de comunicación

"El burócrata es el hombre de madera, nacido por equivocación de los dioses, que lo hicieron sin sangre, sin aliento ni desaliento, y sin ninguna palabra que decir. Tiene eco pero no tiene voz. Sabe transmitir órdenes, no ideas. Considera cualquier duda una herejía; cualquier contradicción una traición. Confunde la unidad con la unanimidad y cree que al pueblo, eterno menor de edad, hay que llevarlo de la oreja. Es bastante improbable que el burócrata se juege la vida. Es absolutamente imposible que se juegue el empleo".
Retrato de un burócrata / Eduardo Galeano / Memorias del Fuego. Tomo 3: El siglo del viento (p. 220). Décima edición. 2005



Orlando Villalobos Finol Pasionporeldiscurso.blogspot.com

miércoles, 12 de agosto de 2009

La formación que no queremos

“Junto a la búsqueda de una transformación dinámica y justa, la corrupción y la insania parecen crecer como siempre. Esperanza, delirio, renovaciones, podredumbre, caos: todo esto envuelve a un país cuyo eje, buscado por Pereira, sigue siendo: justicia y libertad: cultura”.
JOSÉ BALZA: Ensayos Crudos, p. 162

(Rigoberto Lanz) La educación de la Modernidad está en crisis. Llevamos tres siglos--por lo menos--arrastrando un modelo de educación cuya esencia es preparar el cuerpo para el trabajo. Ese modelo hace aguas en todos lados. En nuestro medio la crisis suele tener rostro de salarios bajos, de mala dotación de las escuelas, de lucha contra el analfabetismo, de cobertura y cosas así. Pero la otra crisis, esa que toca la médula epistémica y cultural de los sistemas de enseñanza, suele pasar “como si” se tratara de una cuestión ajena, de otros países.
El amigo Gabriel Ugas lleva años denunciando el “analfabetismo funcional” que campea en los gremios profesorales. Otro tanto viene haciendo el amigo Edgar Balaguera con su “Escuela enferma”. Las amigas Magaldy Téllez y Mariaegilda Castellanos, por ejemplo, tienen toda una vida consagrada a la investigación crítica sobre la educación que padecemos. Lo mismo vale para la larga trayectoria del amigo Arnaldo Esté batallando por una re-comprensión del hecho educativo. Cito una levísima muestra de vida y obra dedicadas a la tarea de pensar la educación desde una mirada cuestionadota. Gente que puede hoy aportar muchísimo a la hora de hacerse cargo de una problemática tan compleja.
Sabemos bastante contra qué nos enfrentamos en este terreno. Eso no basta pero es esencial para no perder la brújula. Veamos: contra todo fundamentalismo, contra la mercantilización, contra la espantosa mediocridad del gremio magisterial, contra el tecnocratismo, contra el neoliberalismo educativo, contra la escuela-cuartel, contra toda ingerencia religiosa en la actividad formativa (por una escuela laica), contra el pensamiento único, contra el paradigma de la simplicidad, contra el estatismo burocrático, contra el partidismo y el gremialismo decadentes, contra el disciplinarismo de las profesiones, contra la lógica del mercado, contra la exclusión social de la educación, contra la segregación étnica en la escuela, contra la violencia escolar, contra el sexismo en las escuela, contra la castración de creatividad, contra el disciplinamiento del cuerpo y la palabra, contra el anestesiamiento de la criticidad, contra el conservadurismo, contra la formación clasista, contra la ingenuidad de “moral y luces”, contra las relaciones de poder en el espacio escolar. ¿Le queda a usted claro qué es lo que no queremos en materia educativa?
Sabemos de los límites de una dialéctica negativa que se afinca precisamente en el poder corrosivo de la crítica, en el cuestionamiento de lo dado, en la puesta en tensión de un status quo que curiosamente suele ser funcional a la izquierda y la derecha. ¿Peo qué propone usted? Esa es la expresión típica de la gente que se aferra a lo que hay. “Haga una crítica constructiva” (Allí “constructiva” lo que en verdad quiere decir es “no se meta con el fondo”)
No es casual que después de una década no se haya podido contar con una decente “Ley de Educación Superior”. No es puro azar que el aparato escolar permanezca básicamente igual en lo que se refiere al nivel y mentalidad de la gente. No es un accidente la precariedad intelectual con la que nuestra ilustre Asamblea procesa la “Ley Orgánica de Educación”. Todo ello revela las potencialidades e inconsistencias de la coyuntura actual. Allí se ponen de manifiesto los logros y vacíos del proceso, los aciertos y las herranzas.
Las incoherencias se pagan, creo haber sostenido en varias ocasiones. No se puede improvisar un “teoría revolucionaria de la educación” con mitines y movilizaciones de calle. Para esta ocasión no hay más remedio que lidiar con lo que hay. Eso sí, sabiendo que estamos lejísimo del desmantelamiento del viejo Estado y de su parafernalia educativa.

Perdón por la universidad que tenemos

(Discurso pronunciado por la profesora Soraya El Achkar en el acto de graduación de la XXV promoción de la Escuela de Educación de la Universidad Central de Venezuela, el 21 de enero de 2009)

Podría hablarles de la ética profesional o hacer una radiografía del país que tenemos y del compromiso que, en adelante, deben asumir pero, quiero aprovechar la privilegiada ocasión para imitar al Papa Juan Pablo II, cuando 359 años más tarde pidió perdón porque la Santa Inquisición condenara a Galileo Galilei por haber defendido la idea de que el sol estaba inmóvil y era el centro del universo. Creo que la Universidad no tiene por qué esperar tanto tiempo. HOY, YO TAMBIÉN QUIERO PEDIR PERDON en nombre de nuestra querida Alma Mater... Y me quitaré el birrete para enfrentar el acto de contrición.
PERDÓN porque entraron a la universidad y se fueron y no nos enteramos de sus angustias, sus miedos, sus miles de dificultades para estudiar y mantenerse de pie, ensayando una y otra vez, a pesar de las carencias, la soledad, el traslado tan engorroso, el desmotivo, el trabajo que agobiaba, los hijos en el caso de las mujeres madres, los miles de rollos familiares y de pareja que suelen afectar la vida entera.
PERDÓN porque perdimos la oportunidad durante 5 años y quizás un poco más de hacernos amigos, de cantar juntos, de subir al Parque Nacional El Ávila, de acercarnos a sus pueblos y sus costumbres, de bailar el tamunangue o los tambores de San Juan y recrear las relaciones que, al final, son lo más importantes en la configuración de la personalidad de cualquier profesional.
PERDÓN por las horas que pasaron en los salones esperando que les anunciaran una buena noticia pero sólo recibieron repeticiones librescas, contenidos fútiles, ideas repetidas las más de las veces, tareas inocuas, arbitraria y antojadizas. Porque muchas veces se quedaron esperando que llegáramos a la hora, que habláramos correctamente, que fuéramos consistentes o que, al menos, preparáramos las clases y no improvisáramos.
PERDÓN porque no logramos comprender que ustedes eran una prioridad y estaban por encima de un plan de estudio que, además, no dio la talla pero tercamente aplicamos porque somos obedientes, sumisos y adaptados.
PERDÓN por las penalidades recibidas algunas con razón y otras deliberadamente. Por clasificarlos de 08 ó 18 (de una escuala del 0 al 20) sin alcanzar comprender los límites de nuestras evaluaciones y las racionalidades – emocionalidades que estaban en juego. Por la falta de orientación a tiempo, por aguantar los malhumores de nuestro personal administrativo y soportar la burocracia y la indolencia universitaria.
PERDÓN porque no supimos valorar la polifonía y, por el contrario, fueron nuestras voces las que se impusieron. La voz estudiantil no es tanto un reflejo del mundo como su fuerza constitutiva que media y da forma a la realidad dentro de las prácticas históricamente construidas. La voz entonces es el medio que tienen los estudiantes para hacerse oír y nosotros no hemos sabido darle fuerza a esa voz, potenciarla, politizarla, vigorizarla para el ejercicio del poder ciudadano. Siempre preferimos la sumisión, en lugar de la rebeldía. Siempre aupamos el silencio, en lugar del bravío y rebelde pronunciamiento.
PERDÓN por no darnos cuenta de las diferencias de clase y los mecanismos que reprodujeron las desigualdades sociales. Unos tenían con qué y otros ni para comer. Y no hicimos nada para solventar las condiciones de los estudiantes menos aventajados. Muchos de los que, con ustedes comenzaron, hoy no nos acompañan y luego nos creímos el cuento de la meritocracia. No se trataba tanto de la igualdad de oportunidad, sino de la igualdad de condiciones para dejar de perpetuar la desigualdad e injusticias de la sociedad en su conjunto.
PERDÓN por los muchos comentarios sexistas, racistas, clasistas, homofóbicos y misóginos que hicimos en clase ofendiendo la diversidad, la elección personal, la libertad de conciencia, la autodeterminación de las personas y los pueblos. Por los abusos de autoridad y el ejercicio de dominación en esta diferencial relación entre profesores y estudiantes.
PERDÓN por ponerlos a competir entre ustedes y no generar un sentido de cooperación y solidaridad porque al final es un mito aquello de que sobrevive el más apto y el más competitivo. Hoy en día está más que probado que es la concurrencia, la solidaridad y la mancomunidad los valores que sostienen cualquier propósito que se emprenda.
PERDÓN por fragmentar el conocimiento, desvincular las materias, repetir contenidos, autores, enfoques y promover la disociación porque, por un lado tenían que pensar en el proyecto con sus profesores de seminario o metodología y, por el otro, obedecían las indicaciones contrarias de los tutores.
PERDÓN porque no entendimos que el poder está imperceptiblemente micro fracturado y se manifiesta en esas prácticas de resistencia que terminan por hacernos creer que se esforzaron y resulta ser que se plagiaron.
PERDÓN por las veces que tuvieron que pasar la noche en los pasillos externos a la Escuela y pelear por un cupo en las asignaturas. Por esperar que se ofertaran las materias y por trasladarse a otros centros regionales esperando pasar la asignatura más de una vez cursada y más de una vez aplazada. Por tener que rogar que alguien tutoreara la tesis y pesquisar a los profesores para que entregaran las notas o arreglaran algún desafuero de control de estudios.
PERDÓN porque no generamos con frecuencia prácticas universitarias realmente democráticas, de modo que pudieran apelar a estas en el ejercicio profesional. La democracia, que es el gobierno de todos, termina siendo el gobierno de unos pocos y lo que a todos y todas compete termina siendo decidido por quienes ejercen cargos de representación universitaria, en lugar de favorecer la deliberación, el diálogo, la negociación y argumentación. El ejemplo más claro es mi designación como madrina que terminó siendo la imposición y decisión de unos pocos.
PERDÓN por haberlos sacado de su contexto y no prestar atención a los problemas locales para volver a estos con afán de intervenirlos desde lo que si pudimos haber enseñado: La curiosidad epistemológica.
PERDÓN por no generar experiencias pedagógicas teórico-prácticas genuinas que nos permitiera, a ustedes y a nosotros/nosotras, estar más apegados a la vida y menos a la especulación académica, que indujera a comprometernos con la transformación social en solidaridad con los grupos subordinados, lo que por necesidad implica una opción preferencial por los más pobres y por la eliminación de las condiciones que permiten el sufrimiento humano, la opresión, la injusticia y la desigualdad.
PERDÓN porque no los formamos para el ejercicio de la ciudadanía crítica y universalista. Ocurrió la invasión a Irak y luego al Líbano y ahora a Palestina y nada hicimos por movilizar la conciencia de que en Irak, el Líbano y en Palestina, primero son las personas y que la industria militar debe dejar de tener voz y voto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Como diría el cantautor: la vida no vale nada cuando otros se están matando y yo sigo aquí cantando cual si no pasara nada.
PERDÓN porque hoy tenemos menos planeta que ayer y los cálculos de centenares de expertos son de, más o menos, 100 años de vida si seguimos con estos niveles de industrialización y, a pesar de la tragedia, no hicimos lo suficiente para que cada uno de ustedes se comprometiera en la lucha contra las empresas trasnacionales que, inescrupulosamente, están explotando los recursos sin piedad ni consideración a las próximas 10 generaciones de seres humanos.
PERDÓN por no enseñarles que es la FRÓNESIS, que no es más que la disposición a actuar verdadera y correctamente, porque es la única virtud que podría hacer de todos nosotros gente buena, digo… de buena fe, de buena voluntad, de buenas acciones.
POR FORTUNA Vivimos en medio de contradicciones y La Escuela también fue un motivo para pasar del pensamiento ingenuo al pensamiento crítico.
También fue la posibilidad de recrear nuestra vida, conocer gentes, escribir algunas líneas, descubrir a Walt Whitman, conversar con autores de los siglos pasados, comprender que nuestra vocación ontológica es “ser más”. La Escuela fue la posibilidad de andar de-construyendo para reconstruir los saberes nuevos y viejos, reconfigurar las ideas y el lenguaje que nos constituye. Fue el lugar para cultivar la disciplina, la constancia, la paciencia, la capacidad de negociación y el trabajo afanoso.
La Universidad fue el lugar donde consiguieron los grandes amigos, las amigas, quizás la pareja. El espacio para desahogar las penas con los panas, hacer el amor en tierra de nadie, emborracharse en la parroquia, fumarse sus porritos, armar grupos para la playa, iniciarse en la política, descubrir su identidad sexual, distinguir entre el bien y el mal, resistir a la autoridad que se impone a la fuerza, rebelarse contra el sistema y ejercer el divino arte de criticar por criticar.
POR FORTUNA, los pasillos, el cafetín, la librería del señor Wicho, los banquitos de planta baja sirvieron como espacio donde se reconfiguró la personalidad a partir del diálogo franco y crudamente abierto con los profesores más cercanos o más raros (como suelen llamarles). El tiempo … y que … perdido en estos espacios sirvió no sólo para afinar los argumentos y aprender a deliberar, sino para cultivar las relaciones, los afectos y cristalizar proyectos que hoy son una realidad.
RECUERDEN por siempre las buenas prácticas universitarias y el amor cultivado de a trocitos y no reproduzcan las malas mañas. Cuídense de no repetir los patrones.
… Y como diría Eduardo Galeano: "Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos que sea. Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible:
El aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones; en las calles, los automóviles serán aplastados por los perros; la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor; La gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar; se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás. Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas; los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos; los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas; la solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo.
La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero; nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que cree justo en lugar de hacer lo que más le conviene. El mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra; la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos; nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión.
La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla; la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla; la justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse.
La Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo; la Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas parte»
Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo; la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero.
MUCHAS GRACIAS Y QUE EL UNIVERSO CONSPIRE PARA QUE VIVAN APASIONADAMENTE LA AVENTURA DE EDUCAR