domingo, 30 de octubre de 2016

Volvamos al campo

(Autor: Mario Fernández)

Tenemos muchos años proponiendo el uso de nuestros patios y solares para la siembra, mucho antes que en nuestro país se hablara de agricultura urbana y periurbana. Claro está, también es cierto que no he sido el único, no se trata de competir entre quiénes serían los pioneros, pero en esto he sido persistente incluso necio.
Muy pocos han atendido el llamado que hemos hecho, tal vez por no haber encontrado una didáctica convincente y adecuada de nuestra parte.
A ver si los convenzo esta vez: la agricultura no solo sirve –sobre todo la que podemos realizar en nuestras casas- para producir alimentos para nuestra bioquímica humana, reponiendo las proteínas, vitaminas, minerales, etc., que hemos consumido, sino y también, para nuestro estado de ánimo y nuestro espíritu provocando un necesario equilibrio dentro del agite citadino y cotidiano. La llamada agricultura familiar lo es porque participan todos los moradores de la casa, entonces aumenta el calor afectivo de sus miembros adquiriendo la categoría de hogar.
A través de la agricultura podemos revisar la historia de la humanidad en términos globales, civilizatorios, locales, comunales, entre otros. Recordemos que cultivo es cultura, por lo tanto la escritura que el ser humano ha impreso sobre la tierra para producir sus necesidades primarias es una enorme enciclopedia con datos acerca de nuestro pasado en espera que la revisemos una y mil veces.
La práctica agrícola funciona como un ejercicio físico con doble resultado: nos libramos de toxinas y generamos alimentos. Ambas derivaciones son frutos en el sentido estricto del término, ya que fruto es equivalente a producto (del latín productus) como aquello que proviene del trabajo y el esfuerzo.
Atender los cultivos en forma grupal nos lleva a tertulias y conversas no solo sobre lo agrícola sino sobre cualquier otro tema, así que una buena excusa para la reflexión colectiva puede ser aprovechar este tipo de labores. En solitario, nos abre enormes posibilidades para disquisiciones filosóficas y trascendentales.
La paciencia como uno de los valores humanos, bien puede desarrollarse a través de la práctica agrícola, entendiendo que ésta se da por etapa: siembra de la semilla y espera de su germinación; crecimiento de la planta y expectación por las primeras flores; gestación de las flores y surgimiento de los frutos; aguardar por la cosecha.
Los colores y olores que surgen de todas las partes de las plantas; las mariposas y otros insectos que atrae; las aves que se acercan con su trinar; la satisfacción por consumir alimentos producidos por uno mismo; la frescura y estética de nuestros patios agrícolas; entre otras miradas, crean un verdadero marco terapéutico tan necesario para los seres humanos, sobre todo quienes vivimos en las urbes bombardeadas por todo tipo de contaminación.
¡Alguien me escuchó! Gratamente debo resaltar que un buen amigo decidió emprender la agricultura en su solar, atendiendo todo lo anteriormente expuesto. Se trata del profesor José Larez joselarezve@hotmail.com que junto a su esposa y sus tres hijos menores (un niño y dos niñas) están viviendo la experiencia de la horticultura.
Sigamos el ejemplo del amigo citado y hagamos palpable aquellos versos de Rafael Rodríguez: “Volvamos al campo amigo mío/volvamos a su esplendor/vamos a beber agua del río/y a ver como sale el sol/olvidemos el petróleo/que es un mundo de ilusión/de a poco se va gastando/como un viejo corazón/volvamos al campo amigo mío/volvamos a su esplendor…” (Rodríguez Rafael. Compositor zuliano, autor de gaitas como “Orinoco”, “Alguien Canta”, “Gaita Entre Ruinas”, etc.)
Más abajo, una imagen donde estamos en casa de José Larez, ubicada en el barrio “Brisas del Sur” de la parroquia Manuel Dagnino en el municipio Maracaibo (estado Zulia, Venezuela -para quienes no conozcan al país-):

sábado, 29 de octubre de 2016

A vos, varón

Autora: Mariana Carbajal /Diario Página 12 25.10.2016

No digas “te hago la cama”, cuando tendés la cama en la que dormís con tu pareja; ni “te ayudo” a la hora de cocinar o asumir ocasionalmente alguna de las tareas domésticas. Compartí diariamente ese trabajo invisible y no remunerado del hogar, sobre el cual se sostiene la economía del país.
Regalale a tu hija también una pelota y jugá con ella al fútbol. Y a tu hijo, comprale una muñeca y un juego de cocina, con escoba y palita incluida.
No hagas chistes machistas con tus compañeros de oficina.
No me apoyes en el subte ni me susurres frases con connotaciones sexuales al oído cuando paso por esa vereda angosta.
No cosifiques a las mujeres en los medios de comunicación.
No rechaces a esa joven que se presenta por la oferta laboral que estás ofreciendo en tu negocio o tu empresa porque imaginas que puede quedar embarazada en poco tiempo y supones que va a faltar más que un hombre cuando se enfermen sus hijos.
No le pagues menos a tu empleada porque sabés que tiene cuatro pibes a cargo y no se queja por temor a perder ese salario.
No te opongas a que ellas ocupen lugares de decisión en el sindicato o encabecen listas en los partidos políticos.
No pagues por el cuerpo de una chica esclavizada por redes de trata.
Apoyá que apruebe en el Congreso la interrupción legal de embarazo. La criminalización del aborto pone en riesgo nuestras vidas.
Aceptá que tu novia maneja las riendas de su vida.
No abuses sexualmente de alguna de las niñas (ni de los niños) de tu familia.
No pienses que un “no” es un “sí”.

No me mates.

miércoles, 26 de octubre de 2016

El fusilado lo cuenta

(De Soldados de Salaminas, de Javier Cercas (España, Cáceres))

Aquello fue un tira y afloja agotador, y no fue hasta la última cerveza de aquella tarde cuando Ferlosio contó la historia del fusilamiento de su padre, la historia que me ha tenido en vilo durante los dos últimos años. No recuerdo quién ni cómo sacó a colación el nombre de Rafael Sánchez Mazas (Quizás fue uno de los amigos de Ferlosio, quizás el propio Ferlosio). Recuerdo que Ferlosio contó:
-Lo fusilaron muy cerca de aquí, en el santuario del Collel. –Me miró-. ¿Ha estado usted allí alguna vez? Yo tampoco, pero sé que está junto a Banyoles. Fue al final de la guerra. El 18 de julio le había sorprendido en Madrid, y tuvo que refugiarse en la embajada de Chile, donde pasó más de un año. Hacia finales del treinta y siete escapó de la embajada y salió de Madrid camuflado en un camión, quizá con el propósito de llegar hasta Francia. Sin embargo, lo detuvieron en Barcelona, y cuando las tropas de Franco llegaban a la ciudad se lo llevaron al Collel, muy cerca de la frontera. Allí lo fusilaron, fue un fusilamiento en masa, probablemente caótico, porque la guerra ya estaba perdida y los republicanos huían en desbandada por los Pirineos, así que no creo que supieran que estaban fusilando a uno de los fundadores de Falange, amigo personal de José Antonio Primo de Rivera por más señas.

Mi padre conservaba en casa la zamarra y el pantalón con que lo fusilaron, me los enseñó muchas veces, a lo mejor todavía andan por ahí; el pantalón estaba agujereado, porque las balas solo lo rozaron y él aprovechó la confusión del momento para correr a esconderse en el bosque. De allí, refugiado en un agujero, oía los ladridos de los perros y los disparos y las voces de los milicianos, que lo buscaban sabiendo que no podían perder mucho tiempo buscándolo, porque los franquistas les pisaban los talones. En algún momento mi padre oyó un ruido de ramas a su espalda, se dio la vuelta y vio a un miliciano que le miraba. Entonces se oyó un grito: “¿Está por ahí?”. Mi padre contaba que el miliciano se quedó mirándole unos segundos y que luego, sin dejar de mirarle, gritó: “¡por aquí no hay nadie!”, dio media vuelta y se fue.

viernes, 21 de octubre de 2016

Nuevo director en el CICI


El jueves 20 de octubre se dio la transición de la dirección del Centro de Investigación de la Comunicación y la Información, CICI, de la Universidad del Zulia. En la fotografía estamos Fanny Ramírez, Angel Páez, nuevo director de la institución; y quien suscribe, Orlando Villalobos, director saliente -ejercí el cargo en el lapso 2008-2016-.
Desde el CICI hemos proclamado y defendido la bandera de que la investigación no es una actividad complementaria, es la función básica que justifica la existencia de la universidad, y define el resto de las funciones que cumple la institución.

La filosofía del centro entiende y asume que el aporte más significativo para el logro de este proyecto es la producción continua y coherente de conocimiento, como eje central de los cambios estructurales que es necesario provocar. Las demandas cada vez más puntuales que plantea el país nos obliga a cambiar los tradicionales códigos de interpretación de la realidad social, revisar críticamente los paradigmas de investigación científica, y todo eso pasa por modificar no sólo los métodos y metodologías, sino también la actitud y el compromiso de la comunidad de investigadores frente al proceso del conocimiento. Estos postulados forman parte de las definiciones, postulados y anhelos del CICI.

lunes, 17 de octubre de 2016

Periodismo y cinismo



Dice Andrea… Estoy esperando al próximo muerto para escribir sobre él. Mi trabajo diario depende de las tragedias que otros padecen. Un asaltado el martes, un narco el miércoles, una violada el jueves, dos calcinados el sábado. De las víctimas del domingo y el lunes se ocupan otros. Los viernes hay paz. De mis coberturas cotidianas he podido deducir algunas reglas. La principal: los ricos prefieren no involucrarse. Aún así, lo que les pase a ellos siempre estará por encima de lo que les ocurra a los demás. Ryszard Kapuscinski dijo que los cínicos no sirven para este oficio. Creo que se equivocó. Hace falta un alto grado de cinismo para ajustarse a la ley de una sala de redacción.