jueves, 1 de diciembre de 2022

JULIO ESCALONA, DISIDENCIA Y POLíTICA REBELDE


(Orlando Villalobos Finol)



Julio Escalona Ojeda es una Venezuela, representa un imaginario, una tendencia que va más allá de la política y se convierte en llamarada cultural, artística y poética; en fin, patrimonio inmaterial. Como él otros y otras sembraron patria y labraron surcos.

Más allá de cualquier reconocimiento, también hay que ponderar que las luchas de ayer dieron paso a muchos derechos de hoy; que el cambio social es una trama compleja y difícil, y sigue adelante a pesar de las barreras y sobresaltos.

A lo largo de varias décadas, la voz de Julio Escalona aparece para preguntar y dudar, criticar y diferir de políticas y gobiernos. Intenta siempre abrir caminos para lo contrahegemónico y lo alternativo. Levanta banderas revolucionarias, y ya esa palabra dice bastante.

En la década de los años 50, fue activista contra la dictadura de Pérez Jiménez, en los 60 fue estudiante de economía en la UCV y dirigente estudiantil, en los 70 da un giro de muchos grados y se lanza con la Liga Socialista, “para la política abierta y legal, e incursionar en las instituciones burguesas” –en sus palabras-. En la década de los 80 y 90 participa de experiencias de organizaciones sociales. A partir de 1984 se incorpora como profesor en la UCV. Con la victoria electoral de Hugo Chávez en 1998 cambia la política venezolana. En el periodo 2010-2014 fue nombrado embajador alterno permanente ante la ONU. Por más de 15 años fue columnista del diario Ultimas Noticias.

Su nombre está ligado a procesos de lucha por la democracia y el socialismo, por superar la desigualdad y por “conquistar el cielo por asalto”, una consigna del mayo francés. Es militante, activista y protagonista de la política venezolana, tenaz y generoso, polémico y arriesgado. Cosechó victorias y reconoció muchas veces sus errores y derrotas, como cuando entendió que había sido derrotado el movimiento insurgente y guerrillero de los años 60. O cuando la izquierda cayó en la división y en el debate que no iba para ninguna parte.

Navegar sin naufragar

La historia viva registra nombres y episodios, decisiones y omisiones, vidas y pasiones, en las cuales hallamos enseñanzas y claves para entender los escenarios actuales y, como dicen los viejos marineros, para navegar sin naufragar. Julio Escalona es, sin duda, uno de esos nombres o personajes.

Nació en Valencia, cerca del Campo de Carabobo, el 9 de enero de 1938. De familia campesina, supo de limitaciones económicas. Acompañaba a su padre José Elías Escalona, un campesino que se buscaba la vida desde antes del amanecer, en un tiempo como vendedor ambulante y después como pulpero, en el cruce de la calle López con la avenida Montes de Oca, en el sur de Valencia.

Estudió en el liceo Pedro Gual, de Valencia. Sus estudios de economía los inició en octubre de 1956, en la UCV. Vivió en la residencia universitaria, así que desde temprano supo de reparto de volantes, marchas y proclamas contra la dictadura de Pérez Jiménez. Promovió la huelga estudiantil universitaria del 21 de noviembre de 1957 –a partir de entonces el 21 de noviembre se conmemora como el Día del Estudiante Universitario-. También acompañó la insurgencia militar del 1 de enero de 1958, en Maracay, encabezada por el coronel Hugo Trejo. Estas acciones sumaron aguas al vendaval que finalmente origina el 23 de enero de 1958, que acaba con la dictadura.

Se graduó en 1961. Ya para entonces tenía recorrido en la militancia política. Ese año participó como dirigente juvenil en la fundación del MIR, partido que se escinde de AD.

La juventud del MIR

A principios de los años 60 se expresó en los debates que ocurrían en AD. Desde el gobierno ese partido promueve y ejecuta políticas en favor de los poderosos. Con Rómulo Betancourt en la presidencia de la república, AD había renunciado a muchas de sus banderas de justicia social y se amoldó a las políticas delineadas por Estados Unidos.

Después de la dictadura hay un reacomodo de fuerzas y de clases. Los reclamos y movilizaciones obreras son reprimidas. Dirigentes como Prieto Figueroa, Paz Galarraga y Salón Mesa Espinoza conforman en AD, el partido de gobierno, una corriente intermedia, mediadora, que un tiempo después, en 1967, dio lugar al MEP. En AD estaba la presencia de una corriente de izquierda que en mayo de 1960 se constituye en el MIR.

La Juventud del MIR de la que formó parte Escalona nutre a esa formación política. Entre los principales dirigentes figuran Domingo Alberto Rangel, Moisés Moleiro y Américo Martín. Julio Escalona aparece entre los fundadores del MIR.

En esos primeros años del 60, fue presidente de la Federación de Centros Universitarios, FCU, de la UCV, estuvo presente en un Festival Mundial de la Juventud en Viena y hace una gira en la que visita la URSS (Moscú y Armenia), Hungría, Checoeslovaquia, Roma, Sicilia y Túnez.

En 1962 se dictó en su contra un auto de detención por incitación a la rebelión, acusación que se utilizaba contra los disidentes políticos. En 1966 se incorpora al movimiento por la lucha armada, en el oriente del país. Ingresa al Frente Guerrillero Antonio José de Sucre, como parte de su comandancia. Ya para 1969 redacta el documento de la Célula Dante, que fija posición en lo se denominó “proceso de cuestionamiento interno del MIR”. Las ideas allí expuestas se convierten en una referencia dentro del debate.

Las diferencias que ocurren en el frente guerrillero culminan con su renuncia a la comandancia. “Fue una manera de decirle a todo el MIR y a su aguerrida juventud, que no compartía las políticas y los métodos de los demás miembros de la comandancia guerrillera (…) no eran intocables. Hoy podían ser comandantes y mañana soldados”, anota Juan Medina Figueredo (2010. Siglo XXI. Educación y revolución, Valencia, p. 61). Anuncia que se quedará como un combatiente. Esa posición se mantiene por poco tiempo. Los guerrilleros de la juventud del MIR, influidos por Julio Escalona, y por Jorge Rodríguez en las ciudades, son acusados de fraccionamiento. El frente guerrillero se divide. Escalona junto a Jorge Rodríguez, Fernando Soto Rojas y Marcos Gómez, como principales articuladores, funda en 1969 la Organización de Revolucionarios.

El movimiento alternativo a la política del sistema finaliza la década del 60 muy debilitado. No logra una interpretación a cabalidad de lo que sucede después de la dictadura y experimenta el acoso y represión abierta de una política terrorista de Estado, que tortura, asesina y deja una larga lista de desaparecidos. Son tiempos de “guerra fría” y se aplica la doctrina de seguridad nacional, que lleva el sello del Departamento de Estado. Los gobiernos de AD y Copei aplicaron una lógica de amigo/enemigo. En esas condiciones cómo conseguir espacios para la política. Esa reflexión recorre a la izquierda, dada la imperiosa necesidad de conseguir cauces populares. Escalona y otros proponen combinar las formas de lucha y de organización; sociales, políticas, abiertas, legales y políticas.

Surge la Liga Socialista

Para las elecciones de 1973, desde la izquierda se ensayan políticas electorales diversas. El MAS postula como candidato presidencial a José Vicente Rangel, quien obtiene el 4.2 por ciento de los votos. El MEP dio un traspiés. Prieto Figueroa en las elecciones anteriores, en 1978, había cosechado el 20 % de los votos. La lógica indicaba que debía repetir como candidato, pero se decide cambiar de rumbo y aparece la opción de Paz Galarraga. Solo consiguió el 5 %. Esta era la izquierda electoral y parlamentaria. La izquierda radical salía de la derrota y mira hacia distintas direcciones, en unos casos participar, y en otras mantener el llamado a la abstención. Julio Escalona, Domingo Alberto Rangel y otros proponen la ruta del voto nulo, participar criticando, en un intento por estar “allí donde están las masas”.

La campaña por el voto nulo se lleva a cabo y se forman comités en algunos pueblos y ciudades. Cabe anotar que transitoriamente se constituye un Frente Socialista Revolucionario que incentiva la unificación a partir de una táctica electoral común. La revista Trimestre Ideológico (enero-marzo de 1973. N° 14, Caracas, p. 84-90) que había surgido del Congreso Cultural de Cabimas, dirigida por Pedro Duno, J. R, Núñez Tenorio y Luis Cipriano Rodríguez publicó un dossier sobre los pronunciamientos de este Frente.

Como corolario de la jornada, ya están echadas las bases para el surgimiento de una organización legalmente constituida: Liga Socialista. El núcleo fundador lo integran los cuadros legales Jorge Rodríguez, Carmelo Laborit, Norelkis Mesa, Esther Añez, Orlando Yajure, Oscar Bataglini y otros. Los dirigentes de la OR permanecen en la clandestinidad. Todavía no había condiciones para aparecer públicamente.

Escalona es uno de los principales redactores de ensayos que fueron muy difundidos en los años 70 y dieron luz y sustento a organizaciones populares: “¿Votar para qué?”, “La táctica del voto nulo”,  “La abstención electoral y la necesidad de una táctica revolucionaria”, “CAP moderniza el capitalismo dependiente”, y “Hay que trabajar sin falta allí donde están las masas”. Estos trabajos circularon en el formato libro. Sirvieron de sustento para el trabajo político.

La Liga Socialista cumplió una misión: promover la organización popular, recuperar fuerzas, levantar una opción política distinta. Creció en las principales ciudades venezolanas. En 1978 se anota la victoria de conseguir la elección como diputado de David Nieves, quien estaba en la cárcel. Como fortalezas, la política de la Liga germinó en las universidades, en el trabajo sindical y en los barrios pobres. En alianza con otros movimientos y partidos de izquierda ganó elecciones sindicales –en el sindicato siderúrgico de Guayana, en el sindicato eléctrico de Maracaibo, entre ellos- y en federaciones y centros universitarios. Su debilidad principal fue el espíritu de secta, que atravesaba a la izquierda. Proclamó que había que unirse con todo aquel que fuera posible. En los hechos tuvo vacilaciones para dar ese paso. En 1976 sufrió el duro revés del asesinato por la policía política del gobierno de su secretario general, Jorge Rodríguez. Este acontecimiento devela la política represiva del Estado-gobierno.

El reloj se movió. En 1978 fue electo presidente Luis Herrera Campíns. Se legalizan una serie de dirigentes políticos que se incorporan a la LS: Julio Escalona, Marcos Gómez, Fernando Soto Rojas y otros. Pasa a ocupar el rol de secretario general y allí permanece hasta principios de 1985. En 1983 se consiguió la reelección de David Nieves como diputado, pero se esperaba más. Hubo timidez en las alianzas electorales, otra vez el sectarismo.

El debate político y las tensiones crecen en la Liga. Julio propone el reconocimiento de corrientes internas y convertir al Comité Nacional en un centro de coordinación de las propuestas e iniciativas en desarrollo. Eso no se aprueba y renuncia a la secretaría general. Se retira de la Liga pocos meses después.

La ecología del bienestar

Desde 1985, se dedica a la docencia universitaria, en la UCV. Fue profesor, investigador y director de la Escuela de Economía.

Siguió adelante promoviendo otra política. Pone el acento en las organizaciones sociales, en formas de articulación y coordinación. Organizó el Primer congreso Venezolano de Tecnología Popular y Primer Encuentro de Soluciones Alternativas, en la Facultad de Ciencias Forestales de la ULA. En la UCV fue artífice del Congreso Internacional de los Derechos Humanos.

En esa línea reflexiva y práctica, en 1991 publica el libro “Hacia una ecología del saber”, con el respaldo de la UCV y el Conac. En la década de los 90, apoyó, acompañó y organizó grupos de estudio y de trabajo en Caracas, Maracaibo, Barquisimeto, Valencia y otras ciudades. Lo hace desde la ecología del bienestar: “con un tejido cultural diverso y multicolor, ecológico y espiritualista; con su red comunicacional alternativa y las organizaciones comunitarias y la escuela como un centro de vida, generadora de aprendizajes a su interior y en la comunidad; con la agricultura del conuco (huertos familiares, labranza mínima, granjas integrales, compost, riego por goteo, la recuperación y conservación de semillas originales y de especies vegetales y animales; la alimentación y la cocina; la medicina natural y popular, la construcción con viejos materiales (arquitectura de barro) y nuevos materiales” (Juan Medina, 2010, p. 87).

En 2010 asume como embajador alterno en la ONU. Con más posibilidades, difunde con más amplitud su visión, participando en programas de radio y de televisión.

Ese año auspicia la creación de Patria Urgente, una página web para reunir información e interpretación sobre la situación venezolana.

No es lo mismo

Además de los libros ya referidos, anotamos estos tres de su autoría: “Geopolítica de la liberación. El siglo XXI de Chávez” (2016), editorial El perro y la rana; “La producción, milagro ecológico. Lo que la economía no comprende” (2020, editorial Trinchera); y “Puntofijismo y 23 de enero de 1958, la rebelión como proceso”, editorial El perro y la rana.

Ha publicado artículos en distintas publicaciones. En Política Exterior y Soberanía N° 3, de julio-septiembre de 2007, publicó: “Lo inédito de la revolución venezolana”, donde examina el diálogo entre ciencia, espiritualidad y filosofía.

Para Julio Escalona, y para aquellos que defienden con ardor, pasión y convicción sus ideales son válidas las palabras pronunciadas por Cristina Fernández de Kirchner (17 de noviembre de 2022. Diario Página 12): "No es lo mismo equivocarse y que cuando uno se equivoca es la propia vida y el propio cuero el que pone, que los dirigentes políticos que se equivocan con el dolor del pueblo y la miseria del pueblo y nunca pagan nada. No es lo mismo tener errores (…) por haber jugado a un proyecto político que provocar dolor sin hacerse cargo”.

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LUDOVICO SILVA, LA REVOLUCIÓN TEÓRICA


 (Orlando Villalobos Finol)

El 4 de diciembre de 1988 fallece en Caracas, su ciudad natal, Luis José Silva Michelena. Deja su nombre escrito como Ludovico, como le decían estudiantes y amigos cuando fue a estudiar a España. Su fecha de nacimiento es 12 de diciembre de 1937.

Estudió filosofía, literatura y filología en España, Francia –La Sorbona- y Alemania, por cuatro años. En 1969 se graduó en la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela, UCV, donde después fue profesor desde 1970 hasta 1986, cuando se enferma gravemente.

Es autor de un clásico, “La plusvalía ideológica” (1970), libro que le ha dado la vuelta al mundo y es influyente en América Latina. En la segunda edición de esta obra, en 1975, dice en el prólogo: “Para un escritor venezolano, eso es algo como pan con miel, o labio con teta, si es que hay alguien que encuentre algo más sabroso. Yo no estoy, a estas alturas, totalmente de acuerdo con este libro. Me parece algo exagerado. Pero bien se decía desde tiempos antiguos que la verdad consistía en una exageración”.

En ese libro y en el siguiente “Teoría y práctica de la ideología” (1971) hace un desmontaje del recetario funcionalista sobre el mundo de la comunicación y las relaciones de poder que se derivan de las agendas de los discursos mediáticos.

Con sus aportes, y de otros como Armand Mattelard, Héctor Schmucler y Antonio Pasquali, se pasa de centrar el estudio en los efectos –impacto- de los poderosos medios masivos a una lectura desde el pensamiento crítico, estableciendo las consecuencias ideológicas derivadas del consumo compulsivo del discurso mediático.

Ludovico hizo énfasis en la revisión crítica del análisis de Marx, a partir de las categorías de ideología y plusvalía. En una cita conocida de “La plusvalía ideológica” remarca: “Podemos pensar que en el taller capitalista de la producción material, la plusvalía es un producto específico, mientras que en el taller capitalista de producción espiritual, una plusvalía ideológica se produce con el objetivo final de fortalecer y enriquecer el capital ideológico del capitalismo para proteger y preservar el capital material” (La plusvalía ideológica, 3ra edición, 1977, p. 190).

Acuña el constructo intelectual de plusvalía ideológica y caracteriza las consecuencias que ello conlleva, en diálogo con Teodoro Adorno, autor de la Escuela de Frankfurt, quien genera el concepto de industria cultural, que tanto se repite y poco se estudia.

Publicó una amplia bibliografía que incluye, además, “Sobre el socialismo y los intelectuales” (1979) Ediciones Bárbara; “El estilo literario de Marx” (1971), Editorial Siglo XXI; “Marx y la alienación” (1974) Monte Avila; “Antimanual para uso de marxistas, marxólogos y marxianos (1975) Monte Avila, entre otros.

De su vertiente poética anotamos tres títulos: “Tenebra” (1964), México, Ediciones del Corno Ilustrado; “In vino veritas” (1977), Contexto; “Cadáveres circunstanciales” (1979), Fundarte.

Finalizamos con las palabras del profesor Nelson Guzmán, sobre Ludovico: “fue probablemente el filósofo más lúcido de la modernidad en Venezuela; su prosa tiene la peculiaridad de ser pulcra, conversacional y brillante. A diferencia del estilo manual de los escritores soviéticos, el estilo académico de los marxistas, y la escritura fragmentaria de Althusser, Ludovico recurrió a la poesía, a la novela, y a los grandes críticos de la literatura para ilustrar su razonamiento”.

La obra de Ludovico merece ser visitada y estudiada, para entender las formas ocultas empleadas para la manipulación e imponer el dominio de la irracionalidad capitalista, que empobrece a la mayoría material y espiritualmente.


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