jueves, 7 de febrero de 2008

Ciudadano del siglo XXI

(Orlando Villalobos) La aspiración de conseguir justicia social, equidad y democracia está asociada a la posibilidad, real y efectiva, de construir ciudadanía. Por tanto, ésta es la palabra clave de esta época.
Pero, la ciudadanía no es un asunto formal, abstracto. No es una condición que se define sólo por la ubicación en un espacio geográfico y el reconocimiento de derechos políticos y civiles. La idea de que “todos somos iguales ante la ley” es lógica y coherente, pero en el fondo tramposa. En la vida real, unos pueden hacer uso de deberes y derechos y otros son excluidos y marginados. En los hechos es que se determina si se es ciudadano o no.
No hay un ciudadano único, universal. Eso se dice con fines ideológicos o de propaganda. Hay muchos tipos de ciudadanía. Por ejemplo, las comunidades indígenas, los niños, niñas y adolescentes; los analfabetas, los desempleados, los discapacitados, cada uno de estos grupos representan un tipo de ciudadanía y una sociedad de ciudadanos deberá reconocerlo explícitamente.
No se puede ser ciudadano siendo sólo un receptor pasivo del mensaje todopoderoso de los medios masivos de información y entretenimiento. Si no hay acceso a la información, por responsabilidad de los medios, se niega la ciudadanía. Si el Estado oculta los datos y las fuentes, se niega la ciudadanía.
No es cierto tampoco que ciudadanos y consumidores sean sinónimos, o que el ciudadano se define por su acceso al consumo.
En fin, debatir las claves de la ciudadanía resulta indispensable para aspirar a escenarios diferentes, que sean sinónimos de democracia y justicia social, para que las personas puedan acceder a una relación armónica de deberes y derechos; para superar la situación actual de una parte de la población excluida y sin derechos; para que se borre esa creencia de que alguien es ciudadano porque de tiempo en tiempo va a depositar un voto.
La insistencia del presidente Chávez de debatir sobre el socialismo no puede obviar la idea que se tiene de ciudadanía, ni mucho menos puede llevar a afirmaciones ligeras que suponen que ya esto es el socialismo o algo parecido.
Sin ciudadanos de verdad, no hay democracia. Sin ciudadanos con derechos efectivos el cambio social es una ilusión vana.

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