(Orlando
Villalobos)
Llegamos a los días cruciales de diciembre. Dice Leonardo Boff, maestro brasileño de la filosofía y de la palabra, que para construir otro mundo posible se hace necesario ganar la comensalidad, es decir, la posibilidad de comer y beber juntos, de reunirnos, ganar convivencia; podemos decir, es necesario, ir más allá de facebook y de twitter, y de otras famosas redes virtuales que están de moda.
Para construir la paz y seres humanos, para ganar humanidad,
tenemos que ir a la comensalidad. Vivimos en un mundo que muere de muchas
guerras y lo más grave, más de la mitad de la humanidad no tiene posibilidad de
comer y beber de un modo mínimamente humano, lo cual constituye un escándalo.
Decimos todo esto porque en los pueblos, campos, ciudades y
barrios nuestros se acostumbra que el 24 de diciembre la gente se reúna, con
amigos y con extraños, para estar juntos, compartir, celebrar, reír y a veces
hasta para llorar.
Es un momento de comensalidad, vuelvo con la palabra de Leonardo
Boff, porque los alimentos son algo más que realidades materiales. Son símbolos
de encuentro, de estar juntos. La mayor alegría de la madre o de la cocinera es
percibir la alegría de los comensales, de los que comen.
Que esta fecha sea propicia para renovar la voluntad de cambiar el
mundo, de no conformarnos con la injusticia, de no mirar para otro lado cuando
nos corresponda ser justos y capaces de actuar con consciencia y compromiso con
los demás.
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